domingo, 18 de octubre de 2009

33 años dando la lata

Treinta y tres años puede ser mucho o poco tiempo, depende de la experiencia y de la óptica que prefiera usar el que los ha vivido. Para Paulino Gutiérrez, un chicharrero adoptado en La Palma hace varias décadas, son exactamente los años que lleva tocando un instrumento único, gracioso, rural, casi lutheriense (al estilo de Les Luthiers, con permiso de los fenómenos artistas argentinos).

La sandunga, como se la llama, es simplemente una lata, de esas que vienen llenas de aceite, colocada sobre una base de madera y con cinco cuerdas de alambres trabadas con chapas y clavos. Se toca con un palo, y nadie lo hace mejor que Paulino.

Él la llama la lata "rompepisos". No en vano, afirma, "alguno he roto". Para que el instrumento suene como debe se tienen que dar golpes en el suelo. Bajo el mismo, un taco de goma evita que la madera contacte con la superficie y se rompa. En cualquier caso, de vez en cuando, se deja huella de la presencia de la sandunga en cualquier fiesta.

Aunque parezca sencillo, a base de golpes en el suelo, es un instrumento "difícil de tocar". Según Paulino, "cualquiera no podría hacerlo, se requiere mucha práctica y buen oído. Es cuestión de adaptarse al resto del grupo, haces las veces de la percusión y del bajo, golpeando los alambres con el palo y, al mismo tiempo, el suelo, siguiendo el compás. De esta manera se saca su peculiar sonido, que acompaña alegrando la melodía del acordeón y la guitarra que completan el grupo.

Trío la Lata.- Esos tres instrumentos, tocados por Paulino, Cheo (acordeón) y Oscar (guitarra), conforman el conocido en La Palma como Trío la Lata. El grupo suele actuar en pequeñas fiestas locales por toda la Isla, así como en bodegas, cumpleaños... El conjunto musical antes se llamaba Grupo Imperial, pero la peculiaridad de la sandunga terminó por trasladarse al nombre del grupo, por lo que asumieron una mención más popular.

Son únicos. Sólo Paulino Gutiérrez y el Trío la Lata hacen música para fiestas con la sandunga. Eso sí, no son profesionales, no se dedican en cuerpo y alma a una actividad que les da alegrías, pero con la que cuesta llevar al pan al hogar. Cobran a razón de 60 euros por tocata. Una miseria. Pero lo hacen porque disfrutan con lo que tocan y saben que el dinero está en sus trabajos, no en la sandunga. Paulino, por ejemplo, vende cupones de lotería en un puesto ambulante que el mismo se monta cada día en el centro de la ciudad de Los Llanos de Aridane. Su tiempo libre, alejado de los cupones lo dedica, entre otras cosas, al grupo.

Actuó con la Billo's.- Como buen amante de su particular instrumento musical, Paulino se considera, sin muchos alardes, "el padre de la lata". Dice que ha innovado el viejo artefacto rudimentario y gracioso del que, musicalmente hablando, se enamoró en su juventud. Lo ha llevado a su máxima expresión, en cuanto al sonido que sale del golpe y el alambre.

Hasta tal punto es así que, según cuenta, con cierto anhelo, "incluso he llegado a tocar con la Billo's Caracas Boys en Santa Cruz de Tenerife hace algunos años. Aquel día el batería de la prestigiosa orquesta latinoamericana me dijo personalmente que, por lo que había visto y oído, la sandunga era el instrumento más difícil de tocar de los que se encontraban en ese momento sobre el escenario".

Como suele suceder con cualquier padre cuando se refiere a las cualidades de su hijo, Paulino sólo ve lo mejor de su lata. La comparación con otros instrumentos musicales precisos y homologados es más bien una visión subjetiva, adornada de mucho cariño, pero al oído también se puede aplicar aquel dicho popular: "Para gustos, colores".

Con historia.- La sandunga, pese al cariño que le pone Paulino, no es que sea un instrumento reconocido, aunque ya tiene su particular historia dentro del legado musical que con los años han quedado presentes en Canarias. Es un ingenio musical rural, creado para fiestas familiares hace muchos años, que se ha extendido por los pueblos canarios casi con la misma similitud que cualquier otro instrumento más complejo. Según Paulino hay muchas sandungas regadas por las Islas, pero quizás no tan viejas como la que él toca, con 33 años. Son muchos años "dando la lata".

En cualquier caso, cada vez más, el protagonista de esta historia tiene claro que "la gente ya no quiere grandes orquestas, sino pequeños grupos con estilo propio. Los vecinos se divierten con una música agradable, bailable y, encima, escuchan algo único".

Entiende que "la sandunga es ya una tradición", algo que ya es antiguo y que no se debería perder cuando el Trío la Lata deje de actuar. Si alguien no coge el testigo, es probable que en ese momento, ni Paulino ni ninguna otra persona en la Isla vuelva a "romper un piso" al golpe de la sandunga.

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